19: Olafur Arnalds - And They Have Escaped The Weight Of Darkness (Erased Tapes Records, 2010)

01 - Þú ert sólin (Tú eres el sol) (3:25)

02 - Þú ert jörðin (Tú eres la tierra) (4:34)

03 - Tunglið (Luna) (4:28)

04 - Loftið verður skyndilega kalt (De repente el aire frío) (5:48)

05 - Kjurrt (Tranquilo) (4:44)

06 - Gleypa okkur (Nos traga) (5:48)

07 - Hægt, kemur ljósið (Poco a poco, se enciende la luz) (5:34)

08 - Undan hulu (Cobertura previa) (5:08)

09 - Þau hafa sloppið undanþunga myrkursins (Ellos han escapado del peso de la oscuridad) (4:02)

No se puede negar que el islandés Olafur Arnalds tiene una carrera fulgurante. A sus 25 años es toda una celebridad en su país (con apariciones habituales en la televisión nacional inclusive) y aunque en el resto de Europa su popularidad es más bien testimonial tiene un fiel grupo de seguidores, Olafur sería el mejor ejemplo de hombre renacentista... pero en los tiempos actuales: ya que toca varios instrumentos (piano, batería, violín, violonchelo, arpa, oboe...) y compone música desde que estaba todavía en el instituto y ha colaborado con artistas tan diversos como Heaven Shall Burn, 65daysofstatic o sus paisanos Sigur Ros. Desde que en 2007 debutase con el disco Eulogy For Evolution a su último disco, el que hoy reviso, han visto la luz los EP's Variations Of Static en 2008 y Found Songs y Dryad 1909 en 2009.

La música que crea Olafur Arnalds no es neoclásica, ni ambiental, ni indie, sino que es un buen conglomerado de todo eso y más. Dice estar muy influenciado por la naturaleza y su propio país a la hora de componer, pero huye de los ambientes opresivos y primitivos de su paisano Jon Leifs (posiblemente el compositor islandés más famoso) acercándose más a la forma de entender la música de Sigur Ros y Daniel Bjarnason y aunque no le hace ascos a la electrónica, las veces que ésta aparece en su arte lo hace de forma puntual y somera, para no enturbiar esos paisajes sonoros bucólicos y eminentemente nórdicos que crea con esos instrumentos clásicos (especialmente piano e instrumentos de cuerda frotada) que él mismo se encarga de tocar, sin ayuda de músicos de sesión, lo cual dice mucho a su favor. La minimalista portada del disco, que muestra un eclipse, refleja muy bien la naturaleza de la música: sencilla, atrayente y misteriosa. Cercana y lejana a la vez. De naturaleza simple pero lleno de detalles que captan sigilosamente al oyente, haciendo que éste simplemente se deje atrapar por las notas que le llegan. Aunque dura poco menos que tres cuartos de hora el disco se acaba haciendo corto, debido a las suaves transiciones entre temas, dando la sensación de que en vez de nueve piezas hemos escuchado una sola muy larga pero sumamente seductora. Cabe destacar que el disco está dividido en dos mitades, siendo los temas más melancólicos y nostálgicos los cinco primeros, mientras que los ambientes esperanzadores y casi primaverales se reservan para los cuatro últimos cortes. Imposible destacar un sólo corte de una obra tan cohesionada...

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